INTERESANTE ARTÍCULO.
Una joya. No dejen de leer éste interesante artículo para El País de Paul Krugman, economista y analista internacional, además de premio Nobel de Economía, quien nos hace un análisis sobre los posibles obstáculos que pudiese encontrar Joe Biden. No dejen de leerlo.
¿SE
ESTÁ CONVIRTIENDO EE.UU EN UN ESTADO FALLIDO?
La
mayoría del Supremo fue elegida por un partido que solo ganó el voto popular
una vez en las pasadas ocho elecciones
Mientras
escribo estas líneas, parece extremadamente probable que Joe Biden haya ganado
la presidencia. Y claramente ha recibido millones de votos más que su rival.
Puede y debería afirmar que ha recibido un firme mandato para gobernar la
nación.
Pero
hay verdaderas dudas acerca de si podrá, de hecho, gobernar. Por el momento,
parece probable que el Senado —que no es nada representativo del pueblo
estadounidense— siga en manos de un partido extremista que saboteará a Biden de
todas las formas posibles.
Antes
de entrar en los problemas que probablemente cause este enfrentamiento, hablemos
de lo poco representativo que es el Senado.
Cada
Estado, por supuesto, elige dos senadores, lo que significa que los 579.000
habitantes de Wyoming tienen el mismo peso que los 39 millones de California.
Los Estados excesivamente representados tienden a estar mucho menos urbanizados
que el conjunto del país.
Y
teniendo en cuenta la creciente división política entre las áreas
metropolitanas y las rurales, esto da al Senado una fuerte inclinación a la
derecha.
Un
análisis llevado a cabo por FiveThirtyEight.com
concluía que el Senado representa de hecho un electorado casi siete puntos
porcentuales más republicano que el votante medio. Casos como Susan Collins,
que resistió en un Estado demócrata, son excepciones; el sesgo derechista
subyacente del Senado es la principal razón por la que probablemente el Partido
Republicano conserve el control, a pesar de la importante victoria demócrata en
número de votos populares.
Posiblemente
se preguntarán por qué es un problema que el control del Gobierno esté
dividido. Después de todo, los republicanos controlaron una o ambas cámaras del
Congreso durante tres cuartas partes de la presidencia de Barack Obama y
sobrevivimos, ¿no? Sí, pero.
El
hecho es que la obstrucción republicana causó mucho daño incluso durante los
años de Obama. Los republicanos emplearon tácticas agresivas, incluso
amenazaron con provocar el impago de la deuda nacional para forzar una retirada
prematura de las ayudas fiscales que ralentizó el ritmo de la recuperación
económica. He calculado que, sin este sabotaje, la tasa de desempleo en 2014
podría haber sido dos puntos porcentuales más baja de lo que fue de hecho.
Y la
necesidad de aumentar el gasto es todavía más aguda ahora que en 2011, cuando
los republicanos se hicieron con el control de la Cámara de Representantes.
En
estos momentos, el coronavirus avanza desbocado, con más de 100.000 contagios
diagnosticados cada día y en rápido aumento. Esto va a golpear duramente la
economía, incluso si los gobiernos estatales y locales no imponen nuevos
confinamientos.
Necesitamos
desesperadamente una nueva ronda de gasto federal en sanidad, ayuda para el
desempleo y para empresas, y apoyo a las apuradas administraciones estatales y
locales.
Cálculos
razonables indican que deberíamos gastar 200.000 millones de dólares o más al
mes hasta que una vacuna ponga fin a la pandemia. Me asombraría mucho que un
Senado todavía controlado por Mitch McConnell accediera a algo así.
Incluso
después de que la pandemia haya pasado, es probable que afrontemos una
persistente debilidad económica y una necesidad urgente de más inversión
pública. Pero McConnell decidió bloquear el gasto en infraestructuras incluso
con Trump en la Casa Blanca. ¿Por qué iba a volverse más responsable con Biden
en el cargo?
Por
supuesto, el gasto no es la única forma de hacer política. Por lo general, hay
muchas cosas que un presidente puede hacer para bien (Obama) o para mal (Trump)
mediante órdenes ejecutivas. De hecho, durante el verano, un grupo de trabajo
demócrata determinó cientos de cosas que un presidente como Biden podría hacer
sin tener que acudir al Congreso.
Pero
ahí es donde me preocupa la participación de un Tribunal Supremo fuertemente
partidista, un tribunal modelado por la decisión de McConnell de saltarse las
normas y nombrar a Amy Coney Barrett cuando solo faltaban unos días para las
elecciones. Seis de los nueve magistrados han sido nombrados por un partido que
solo ha ganado la votación popular una vez en las pasadas ocho elecciones.
Y
pienso que hay muchas probabilidades de que este tribunal pueda comportarse
como lo hizo el Supremo de la década de 1930, que siguió bloqueando programas
del New Deal hasta que Franklin D. Roosevelt amenazó con aumentar el número de
magistrados, algo que Biden no podría hacer hoy, con un Senado controlado por
los republicanos.
De
modo que estamos en un buen lío. La derrota de Trump significaría que, por el
momento, hemos evitado caer en el autoritarismo; y sí, lo que está en juego es
eso, no solo por quién es Trump, sino también por lo extremista y
antidemocrático que es el Partido Republicano de nuestros días.
Pero
nuestro sesgado sistema electoral significa que el partido de Trump sigue
todavía en posición de obstaculizar, quizá paralizar, la capacidad del próximo
presidente para abordar los enormes problemas epidemiológicos, económicos y
medioambientales a los que nos enfrentamos.
Digámoslo
así; si estuviéramos analizando un país extranjero con el grado de disfunción
política de Estados Unidos, probablemente consideraríamos que está al borde de
convertirse en un Estado fallido, es decir, un Estado cuyo Gobierno ya no es
capaz de ejercer el control efectivo.
Es
posible que la segunda vuelta de las elecciones en Georgia otorgue el control
del Senado a los demócratas; a falta de eso, a lo mejor Biden logra encontrar
unos cuantos republicanos razonables y dispuestos a alejarnos de ese abismo.
Pero a pesar de la victoria aparente del demócrata, la República sigue
corriendo un gran peligro.
*
Tomado del diario español El País.
**Paul
Krugman es Premio Nobel de Economía © The New York Times, 2020. Traducción News
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