SOBRE LOS INDÍGENAS EN NUESTRA ISLA SEGÚN EL PADRE BARTOLOMÉ DE LAS CASAS.

"La principal fuente de información sobre lo que pasó en las islas después de la llegada de Colón y para muchos temas, la única es Bartolomé de las Casas. De sacerdote joven había participado en la conquista de Cuba.

Durante un tiempo fue el propietario de una hacienda donde trabajaban esclavo indígenas, pero la abandonó y se convirtió en un vehemente crítico de la crueldad española. 

Las Casas transcribió el diario de Colón y, a los cincuenta años, empezó a escribir una Historia de las Indias en varios volúmenes.

En la sociedad india se trataba tan bien a las mujeres que los españoles quedaron atónitos. Las Casas describe las relaciones sexuales:

''No existen las leyes matrimoniales; tanto los hombres como

las mujeres escogen sus parejas y las dejan a su placer, sin ofensa, celos ni enfado. Se reproducen a gran ritmo, las mujeres embarazadas trabjban hasta el último minuto y dan a luz casi sin dolor, al día siguiente se levantan, se bañan en el río y quedan tan limpias y sanas como antes de parir. 

Si se cansan de sus parejas masculinas, abortan con hierbas que causan la muerte del feto. Se cubren las partes vergonzantes con hojas o trapos de algodón, aunque por lo general, los indígenas -hombres y mujeres- ven la desnudez total con la misma naturalidad con la que nosotros miramos la cabeza o las manos de un hombre.''

"Los indígenas," dice Las Casas, "no dan ninguna importancia al oro y a otras cosas de valor. Les falta todo sentido del comercio, ni compran ni venden, y dependen enteramente de su entorno natural para sobrevivir. Son muy generosos con sus posesiones y por la misma razón, si deseaban las posesiones de sus amigos, esperan ser atendidos con el mismo grado de generosidad..."

Las Casas habla del tratamiento de los indígenas a manos de los españoles:

Testimonios interminables... dan fe del temperamento benigno y pacífico de los nativos… Pero fue nuestra labor la de exasperar, asolar, matar, mutilar y destrozar, ¿a quién puede extrañar, pues, si de vez en cuando intentaban matar a alguno de los nuestros? El almirante, es verdad, fue tan ciego como los que le vinieron detrás, y tenía tantas ansias de complacer al Rey que cometió crímenes irreparables contra los indígenas.'' 

El control total conllevó una crueldad igualmente total. Los españoles "no se lo pensaban dos veces antes de apuñalarlos a docenas y cortarles para probar el afilado de sus espadas." 

Las Casas explica cómo "dos de estos supuestos cristianos se encontraron un día con dos chicos indígenas, cada uno con un loro, les quitaron los loros y para su mayor disfrute, cortaron las cabezas a los chicos".

Mientras que los hombres eran enviados muy lejos, a las minas, las mujeres se quedaban para trabajar la tierra. Les obligaban a cavar y a levantar miles de elevaciones para el cultivo de la yuca, un trabajo insoportable."


                                              *(Tomado de: La otra historia de los Estados Unidos. De: Howard Zinn)

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